Diari de Cala Bona .

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14 de març del 2025

POLÍTICOS APOLÍTICOS Article d'opinió Keoma Jiménez Carvajal


La política de hoy está adulterada, salvo contadas excepciones, los políticos no se mojan por la gente y precisamente de eso se trata, de mojarse, de hacer mejor la vida de las personas y no hacer una profesión para valerse de ella como desde hace bastantes años podemos comprobar que ocurre, desde la administración local hasta el más alto estamento político mundial. Los actores políticos debieran ser personas resolutivas y capaces de solucionar cualquier conflicto de índole social, económica, laboral, pero sobre todo política. No se concibe ni se toma en serio a cargos públicos, de cualquier administración, que no sepan construir una opinión política que influya en el día a día de sus representados. Estos deben crear una conciencia en pro de los intereses generales expresándose públicamente, en redes, o de cualquier otro modo que le haga llegar a la gente una idea veraz de lo que ocurre y por qué ocurre. 
Es importantísimo que los cargos públicos prediquen con su ejemplo pero también que viertan opiniones, por ejemplo en redes sociales que a día de hoy es el medio que más y mejor llega a la población, ya no solo de su gestión sino de cualquier otro motivo político y por desgracia, este tipo de actividades brillan por su ausencia, bien porque hay quien prefiere, aun siendo político, no meterse en “berenjenales” (cosa inexplicable además de irresponsable) o bien porque no tiene la capacidad de hacer un análisis crítico y tomar partido y posición sobre los acontecimientos que se plantean en el país donde ocupa un puesto público (cosa aun peor que la anterior).
Evidentemente, a gran escala, esto no es más que el resultado de denigrar la política hasta el infinito como podemos ver cada día en las noticias, financiaciones ilegales de partidos, corrupción, tráfico de influencias, enjuiciamientos por bulos etc. Todo un sinfín de pillerías que crea a representantes públicos inútiles y egoístas solo para acceder a la palestra política con el único fin que vivir de ella y posteriormente acceder a consejos de administración de grandes empresas nacionales e internacionales.
A escala más pequeña como la administración local, provincial o regional, este tipo de cosas se dan cuando se pierde la esencia del ideario, lo verdaderamente político, el compromiso por mejorar lo común, incluso por encima de lo propio. Se está perdiendo esta esencia en el momento en que para una candidatura no se pide un mínimo de cultura política, de compromiso político y se anteponen los valores económicos a los valores humanos, es ahí donde un puesto tan importante como el de concejal/a, diputado/a o consejero/a, se convierte solo en un trabajo fijo para cuatro años donde estar caliente en invierno y fresco en verano. Pienso que en la política las caras bonitas y amables que puedan atraer al electorado no se pueden anteponer al compromiso y la conciencia por lo común, es decir, no se puede anteponer lo estético a lo cultural, ya que de ser así estaremos convirtiendo las corporaciones políticas en empresas donde se va a progresar individualmente y no colectivamente, donde se empieza a hablar de sueldos individuales y no de proyectos conjuntos.
Desde la clase política se han empeñado en ensuciar el trabajo que otras generaciones dignificaron y ya va siendo el momento de tomar cartas en el asunto, poniendo en las administraciones políticas a personas que hagan pensar, que vendan y se expresen políticamente con transparencia, honestidad, compromiso y sabiduría en sus actuaciones, que hagan reales sus discursos en pro de los intereses generales y que a las personas que aún hoy todavía creemos en la política como medio de solución para una mejor vida, no nos hagan dejar de creer en ella con esas malas praxis. No necesitamos los mejores expedientes académicos mundiales pero sí el mayor de los compromisos para que los representados veamos en nuestros representantes un ejemplo que marque el camino, que indique por donde se deben volver a poner los cimientos de una sociedad que se levante fuerte y que crea de verdad en las personas que llevan el timón del barco. Lo que sí necesitamos es más implicación e iniciativa para crear conciencias, mojarse a la hora de tratar los asuntos recogidos en nuestra constitución en cuanto a servicios públicos (vivienda, educación, sanidad, pensiones). 
En definitiva lo que necesitamos es sobre todo, que nuestros políticos dejen de ser apolíticos, porque la consecuencia de que los políticos sean apolíticos es que el mensaje de “todos son iguales” se haga clamor nacional, crezca el desinterés y la desconfianza de la población en el estado de derecho y el estado del bienestar, escenario propicio este, como  estamos viendo, para que avance la extrema derecha y sean ellos quien hagan entonces las políticas contra el pueblo y la gente sencilla que habita mayoritariamente este país que espera como agua de Mayo soluciones a sus vidas a través del compromiso político.